domingo, 2 de septiembre de 2012

Great Expectations

Se titula una de las tantas novelas de Charles Dickens. Su lectura era materia obligada en la clase de inglés avanzado, y suponía entenderlo para luego defenderlo frente a la estricta Miss Viviana, aunque comprender la complejidad del mundo adulto- que retrata este crítico social- fue mucho después...
A partir de ahí presté más atención a esto de las "expectativas" que comenzaron a darme vuelta para ya no irse. Todos tenemos expectativas: unos más, otros menos, unos más altas, otros más bajas... Se van generando, o también podemos decir que nos las van generando, a través de la crianza, el entorno, la educación. Cuando somos concientes nos llevan a ilusionarnos con eso que nos imaginamos y imaginaron, ó deseamos y desearon para nosotros. Recorremos la vida preparados para recibirlas tal cual esa foto que nos hicimos, pero puede pasar que la foto sea diferente, y es ahí cuando no hay colchón que aliviane la caída.
Posiblemente al personaje del cuento de Dickens no le haya pasado esto. Pip comienza su historia huérfano, pobre y maltratado, pero determinado hecho en su infancia lo compensa, un benefactor aparece en su vida, lo ayuda a convertirse en "sir" y comienza a obtener lo impensado.
Así como Pip, hay muchas personas que parecen haber sido tocadas por la varita mágica. Tomando como ejemplo algo mucho más banal, se me vienen a la cabeza algunas entrevistas a personalidades "destacadas" (actores, artistas, modelos, celebrities, realezas) a quienes -entre medio de casas y vidas de ensueño- se les dedica páginas y páginas a color en revistas, para que analicen sus vidas, talvez buscando un poco del secreto de su éxito, y culminen la nota afirmando la envidiable frase que dice algo así como que "la vida les dio mucho más de lo que esperaban".
Me pregunto qué habrán esperado... y me pregunto si no hubiera sido mejor en lo que a mí respecta, no haber esperado nada, o no haber esperado tanto... aún así lo sigo haciendo, en el día a día e incluso en días como hoy donde intento que se corran esas nubes que tengo arriba de mi naríz, a pesar que afuera el cielo está más azul que nunca.
Puede que el afuera haya depositado grandes expectativas en mí, creo también que yo misma deposité grandes expectativas en mí. Puede que esté siendo un poco derrotista y no haya hecho aún lo suficiente, o que tenga que esperar a que llegue el momento esperado. Pero también puede ser que sea hora de empezar a sentirme más conforme, sin caer del todo en el conformismo.

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