martes, 27 de septiembre de 2011

Poor Betty Draper


Betty o "Bets", como la llama su marido, es una de las protagonistas de la serie que se ha vuelto mi ritual de las 21hs: Mad Men.
Voy por la tercer temporada, pero es éxito desde la primera, con varios Emmys en su haber.
La historia se centra en el ególatra y competitivo mundo de la publicidad de los años 6o, dentro de la agencia Sterling Cooper, donde todo ocurre. Su máximo referente es el creativo estrella: Don Draper, hombre de pasado complicado y múltiples aristas. Justamente, marido de Betty.
Bets podría simbolizar a muchas mujeres de aquella época - y por que no decir de la actual también- aunque el caso de ella tiene un plus que hasta da bronca. Una mujer al mejor estilo Grace Kelly que habiendo sido modelo y estudiante, pasa encerrada sus días entre quehaceres domésticos y la crianza de sus hijos, eso sí, con dos grandes vicios (se podria decir únicos placeres): el cigarrillo y la bebida.
Mientras tanto su marido, no sólo le esconde infidelidades de todos los colores, sino que su verdadero origen...
Qué le queda cuando el propio padre de sus hijos no le es sincero ni en su propia identidad? Bueno, en eso esta Betty por estos dias.
Sumado a esto: acaba de perder a su padre (habiendo sido su "nena" toda la vida), su madre murió hace unos años, no tiene una relación muy fluída con su único hermano, acaba de parir por tercera vez y siente culpas por un hombre que la corteja -lógicamente con esa cara de ángel y ese look impecable- y que probablemente la respeta más que su marido.
Como si eso fuera poco, no tiene amigas con quien desahogarse de semejantes verdades (por pacatería, costumbre de la época, orgullo o lo que fuere).
Con un panorama tal, seguramente quisiera salir corriendo... pero tampoco es independiente económicamente!!
Betty Draper, poor little thing, no quisiera estar en tus zapatos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Amsterdam...


Me embrujó. Fue la tercera en orden desde la llegada a Europa.
No tenía tantas expectativas (y aclaro que es bueno no tenerlas en casi todos los aspectos de la vida). Descubrí además que el estado anímico influye poderosamente en la evaluación concluyente que luego se hace del lugar visitado. A pesar de haber viajado toda una noche sentada en una cabina de tren desde Berlín, me sentía excelente...
De Amsterdam alguna idea tenía, había visto algunos documentales que resaltaban la aparente libertad para todo, junto a esos angostos pasajes de la Zona Roja y ...los coffee shops! Pero la sensación insitu fue diferente, y definitivamente me envolvió.
Sus fachadas típicas (que hoy recuerdo a través de un imán para heladera que me traje de souvenir); sus calles empedradas, funcionales en muchos casos sólo para el uso de las "vélos", bicicletas que de todos los colores y tamaños inundan estacionamientos y puentes. Sus canales característicos que cruzan la ciudad, los tranvías que transportan de lado a lado, la gente "cool"... por donde se la vea, que hasta puede regalar "miradas intensas" ( sino véase la foto).
Se respira bohemia en cada esquina, junto también al aroma de la promocionada "carne argentina", más exportada desde el anclaje de nuestra coterránea Máxima Zorreguieta, princesa y futura reina de Holanda.
Amsterdam definitivamente es el lugar, o por lo menos lo fue durante esos dos intensos días de recorrida europea.